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Olimpiadas Expiatorias

Olimpiadas Expiatorias Chagua:
Cosas dices que al decirlas son otra cosa. ¿Cómo decirte? Me acuerdo de ti muchas veces. Eres una memoria dulce que huele a huerta llena de niños, que me devuelve el aire que entra por la ventana de un automóvil rumbo Acapulco. ¿Y las humillaciones? Me preguntarás. Bueno, primero traté de ahogarlas, pero las muy cabronas flotan, siempre están flotando. Luego les impuse la Ley Chimona: Si no los ves, no existen. Nada funcionó. Ahí tienes el día en que nuestro padre se enojó pistola en mano. Tantas veces que te gritó, no te dio dinero para comprar acaso un libro para iluminar. Entonces recurrí a la más antigua de las artes marciales. Y que consiste en nadar durante el día a favor de la corriente. Sólo durante el día. En la noche tomas una fotografía vieja le das vueltas y más vueltas hasta que te parece que se ve mejor. Puedes retocarla con lápices de colores o escribir leyendas de lo que quisieras haber estado pensando o diciendo, que en ese momento no pensaste ni dijiste. Yo le llamo el archivo expiatorio, aunque en China le han puesto otro nombre. Como ya te dije, es la más antigua de las artes marciales. Entonces te puedes ver a ti misma no como lo que fuiste sino como lo que en este momento es mejor que hayas sido. Te pongo un ejemplo: Aquí me tienes en esta foto. Adquiere su poder de sus 30 años de antigüedad. Fuera del agua los adultos se divierten e ignoran secretos. En cambio estos niños se adentran en profundidades que jamás volverán a ver. Estoy nadando contra la corriente, lo cual es una burla fotográfica, porque el placer se obtiene cuando cesa tu lucha y te dejas llevar “de muertito”. Hay una pose olímpica, eso es otra burla. Estoy pensando: “a la chingada con las poses y las olimpiadas de mierda”. O bien: “yo lo que quiero es una corriente de agua, para burlarme de los estúpidos salmones”. Ignoro qué sería bueno para ti. Me gustaría que estuvieras pensando en un changüis de jamón endiablado, o que el agua te está diciendo lo bonita que eres, y para que te acaricie es suficiente quedarse parada mientras el agua pasa entre tus piernas. Lo único cierto de esta foto es que nuestro futuro no puede estar más allá del recodo del arroyo. ¿De qué te acuerdas? ¿De que dando la vuelta estaba un corral de puercos? ¿O que te esperaba la vida y no sabías que hacer con ella? Pues ándale que lo primero es lo correcto: Más allá de toda corriente de agua, es cosa que la sigas la suficiente, se encuentran los monstruos, las Cataratas del Niágara, un remolino capaz de sumergir un submarino. Y tú Chagua, eres tan fuerte que mientras todo acecha, te das el lujo de tomarte fotografías, de fingir y volver a engañar al resto del mundo. ¡Mírate nada más! Nadie sabe que estás pisando una moneda de a peso que seguramente cayó ahí arrastrando un deseo, que estás a punto de robar. El deseo es que el mundo entero se perciba tu existencia, y hoy se cumple, gracias a una fotografía rescatada de un charco de lodo. Todos somos Jesucristo, dijo alguien, somos una sola persona capaz de cambiar el curso de la historia con un simple acto de piedad. Yo por mi parte te digo: eres una de mis historias favoritas.

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