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arChivo Expiatorio

Di no al Psicoanálisis

A quién se le ocurre ponerle nombre de pescado a las cosas. Porque fuera del mar, lo marítimo apesta. Ahí tienen ustedes los cólicos, las patentes y el vaho. Huelen a pescado. Las cosas del mar hay que dejarlas ahí, incluso las cosas que ahí cayeron por accidente, como los barcos hundidos y sus muchos tesoros sumergidos. Se supone que eso sucede porque el aire es el vehículo de los aromas. Permítanme explicarles el asunto: Los olores están compuestos, o más bien se descomponen, en pequeñas partículas llamadas oloréculas. Cada una de estas infinitesimales porciones de fragancia penetran el cerebro, no a través de la nariz como piensa la mayoría, sino a través de la lengua. Hay oloréculas de jasmín y oloréculas de caca. Oloréculas de todo lo que emane aromas. Lo único que se necesita es a) aire que lo transporte y b) ausencia de agua. Las oloréculas se pudren en el agua, pero nadie lo percibe porque están imposibilitadas para su transporte, pero cuando el agua desaparece se manifestan en toda su intensidad las oloréculas de peste. Dejen el mar en paz y a los pececitos y a los pecesotes y a las algas y a los crustáceos y a los corales y a las medusas. Recuerden que vivimos en una cultura aérea y que gracias a ello tenemos celulares, internet y olores deliciosamente secos. Piensen en todas las palabras aéreas que existen que nos permiten conocer el mundo: raiz, sueño y amores.

2 comentarios

nopuedovivir@massintiiiiiiii -

Hay música acuática (Haendel), música aérea (el 80% de la electrónica) y música óptica, que son tus palabras de amor que viajan a la velocidad de la luz.

estrelladamm -

que yo sepa internet es un organismo anaeróbico, es decir, que no necesita del aire para subsistir... y si no, que se lo pregunten a nuestra vieja amiga, la fibra óptica