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arChivo Expiatorio

Speak is the Sin

Uno no sabe cuándo los errores cometidos en la vida ya no tienen remedio. Y menos cuando la única manera de remediarlos ha sido escribirlos. Cierto día escribí la historia de un gato cobarde propiedad de un amigo, que huyendo de un ratón inofensivo trepó a un árbol milenario. Nunca bajó del árbol. La historia finaliza diciendo que aún hoy en día, treinta años después, se puede mirar su figura allá arriba. La historia es falsa. El gato sí existió, se llamaba Sansón, y era propiedad de Eduardo mi amigo del alma. El ratón también existió y estaba invadiendo la casa de Gerardo, el que luego se murió de tos. El árbol ahí está, es una ceiba que tiene cientos de años. La verdad en este asunto es que el cobarde soy yo, no el gato, que nada pendejo se bajó del árbol cuando ya no vio moros en la costa y regresó a la casa de su dueño a comer sopa de fideos con frijoles. La dinámica del relato se gesta en la envidia por tener una ceiba a donde treparse (y poder quedarse ahí cien años) cuando te das cuenta que en la vida has cometido pecados que ya no será, nunca, posible corregir.

1 comentario

Raquel -

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